Estas son las intolerancias alimentarias más comunes.

Retortijones de estómago.

Las personas que saben que sufren una intolerancia alimentaria saben lo mal que lo pasan cuando toman ciertos alimentos. Otros, en cambio, podemos padecer alguna y no saberlo. Vamos a hablar de las intolerancias alimentarias más comunes. Quédate hasta el final, puede que descubras alguna que no conocías.

Antes de nada, quiero indicar que este artículo no es apto para hipocondriacos. Hay personas que leen sobre estos temas y atan una serie de ideas formándose una impresión que puede ser errónea. Las intolerancias alimentarias son un tema serio y solo lo puede diagnosticar con fiabilidad un médico especialista en el aparato digestivo.

Como veremos más adelante, cada intolerancia tiene sus particularidades, pero podemos decir que los síntomas más habituales suelen ser dolores abdominales, gases, diarrea, hinchazón, erupciones cutáneas, fatiga y dolores de cabeza.

Los doctores de Alyan Salud, un servicio médico privado especialista en patologías digestivas, que trabajan con numerosas clínicas públicas y privadas de la Comunidad de Madrid, nos dicen que cuando tengamos cualquier sospecha sobre padecer una intolerancia alimentaria lo que debemos hacer es acudir al médico.

Para diagnosticar el problema, el especialista, no solo atenderá a los síntomas que le describe el paciente, también tendrá en cuenta su historial médico, los antecedentes familiares y efectuará las pruebas médicas necesarias para detectarla. Entre ellas, un análisis de sangre específico.

Solo a partir de ahí se podrán tomar las medidas oportunas para convivir con la intolerancia. Sí, convivir. Puesto que esta condición puede ser que acompañe al sujeto durante toda su vida.

Es importante distinguir entre las intolerancias y las alergias. Las alergias afectan al sistema inmunológico, haciendo que las defensas bajen y aumentando la posibilidad de enfermar. Las intolerancias se refieren a elementos y nutrientes que nuestro cuerpo no asimila correctamente y que nos producen malestar mientras la sustancia se encuentre en nuestro organismo.

Estas son las intolerancias alimentarias más habituales:

Intolerancia a la lactosa.

Se calcula que entre un 65 y un 70% de la población mundial padece intolerancia a la lactosa en algún grado durante la edad adulta.

Esta intolerancia se debe a una deficiencia de lactasa, una enzima presente en el intestino que se encarga de descomponer la lactosa de la leche. Muchas personas dejan de producir lactasa cuando dejan atrás la infancia. Otras, pueden ir disminuyendo la producción de esta encima progresivamente durante la adultez, manteniendo un índice bajo al llegar a la tercera edad.

Además del paso del tiempo, otras causas de la intolerancia a la lactosa son los factores genéticos (se trata de un rasgo hereditario) o haber sufrido algún daño intestinal que haya podido erosionar la cobertura del intestino delgado.

Los efectos de la intolerancia a la lactosa se manifiestan entre los 30 minutos y las 2 horas después de haber bebido un vaso de leche o un batido. La intolerancia a la lactosa afecta a la leche fresca, no a los derivados lácteos como el queso o el yogur, donde la leche ya ha fermentado.

Los síntomas más habituales de esta dolencia son hinchazón, gases, dolores estomacales, diarrea, náuseas, urgencia fecal y, en ocasiones, estreñimiento.

Intolerancia al gluten.

Esta es otra intolerancia frecuente entre la población. El gluten es una proteína presente en el grano de trigo, cebada y centeno. Es la que hace que el pan quede esponjoso. En sí, el gluten no es perjudicial para el organismo, a no ser que el sujeto presente alguna deficiencia que hace que lo rechace.

La revista digital Infobae insiste en remarcar la diferencia entre la celiaquía y la intolerancia al gluten. Dos problemas de salud que se suelen confundir, pero que son bien distintos. Los celiacos padecen una enfermedad autoinmune en la que al consumir cualquier alimento que contenga trazas de gluten, por minúscula que sea, el organismo ataca las paredes del intestino delgado. El consumo de gluten causa hinchazón, dolor abdominal intenso, diarrea, anemia y puede derivar a complicaciones más graves.

En la intolerancia al gluten, no celiaca, no hay daño celular, ni inflamación. Se trata de una sensibilidad ante esta proteína, la cual el cuerpo no reconoce y responde con molestias digestivas, dolor de cabeza y malestar general.

Intolerancia a la fructosa.

En este caso, el cuerpo tiene dificultades para metabolizar la fructosa, un azúcar presente en la fruta, en la miel, en cereales como el maíz y en algunas verduras.

Existen dos tipos de intolerancia a la fructosa: la intolerancia dietética (incapacidad parcial del intestino para absorber la fructosa de los alimentos) y la intolerancia hereditaria HFI, menos frecuente. En este caso, el sujeto no fabrica la enzima intestinal Adolasa B, encargada de descomponer la fructosa.

En la intolerancia dietética, el caso más común, el intestino delgado es incapaz de absorber toda la fructosa que contienen los alimentos. La parte no asimilada pasa al intestino grueso donde fermenta por el camino produciendo gases que causan malestar.

La intolerancia hereditaria es más peligrosa. La fructosa se acumula en el organismo transformándose en una sustancia nociva que termina generando daño hepático.

Los síntomas de la intolerancia a la fructosa son parecidos a los de la lactosa: Hinchazón abdominal, gases, calambres estomacales, diarrea y urgencia fecal.

Intolerancia al sorbitol.

El sorbitol es un edulcorante que se encuentra de manera natural en peras, manzanas y ciruelas y que se sintetiza industrialmente para fabricar un edulcorante sustitutivo del azúcar o para endulzar determinados productos como el chicle y algunas bebidas gaseosas.

La intolerancia al sorbitol se basa en la dificultad que tiene el intestino delgado de algunas personas para metabolizar correctamente este azúcar, el cual va pasando al intestino grueso, mientras fermenta a su paso por el tracto digestivo hasta transformarse en un alcohol tóxico que genera malestar.

Los síntomas pueden varias según la cantidad de sorbitol consumida y el umbral de tolerancia de la persona. Estos suelen ser flatulencia frecuente, hinchazón, dolor abdominal, deposición de heces blandas y náuseas.

Los síntomas aparecen entre los 30 minutos y las dos horas desde que se consumen los productos con sorbitol. La persona que padece esta intolerancia deberá poner atención a las etiquetas de los productos que consume para detectar la existencia de este edulcorante.

Intolerancia a la cafeína.

Aparte de ser una sustancia excitante para todos, hay que personas que, particularmente, desarrollan intolerancia especial a la cafeína. Se manifiesta en una reacción nerviosa excesiva ante un consumo minúsculo de cafeína. Basta con ponerle unas gotas de café a la leche.

La razón de esta intolerancia se basa en que algunos individuos metabolizan la cafeína a una velocidad más lenta de lo normal. Se debe a rasgos genéticos que hacen que su cuerpo produzca una menor cantidad de la enzima hepática CYP1A2, responsable de descomponer la cafeína y la teína.

También puede estar relacionada con una sensibilidad excesiva del sistema nervioso central, que responde de una manera exagerada a la presencia de cafeína en el cuerpo, por pequeña que sea la dosis. Factores como el insomnio, el estrés o la hipertensión pueden aumentar esta sensibilidad.

Los síntomas de esta intolerancia son taquicardia, temblores, nerviosismo, dolor de cabeza, mareos, diarrea, insomnio y sudoración excesiva.

Se manifiestan de manera inmediata. Nada más haber consumido una taza de café, de té o cualquier bebida energética, y pueden manifestarse durante varias horas seguidas.

A las personas que sufren esta intolerancia se les recomienda eliminar el consumo de café y sustituirlo por alternativas descafeinadas. También se les sugiere que lean detenidamente las etiquetas de los productos que toman, ya que la cafeína puede estar presente en una gran cantidad de productos como un ingrediente. Desde bebidas azucaradas hasta medicamentos como algunos analgésicos.

Intolerancia FODMAP.

FODMAP es un acrónimo inglés que hace referencia a oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables. Se trata de carbohidratos de cadena corta que algunas personas metabolizan mal en el intestino, fermentando dentro de él. La revista de divulgación médica Medline Plus señala que las personas que tienen esta intolerancia padecen una dolencia llamada Síndrome de Colon Irritable.

Entre los alimentos con carbohidratos FODMAP se encuentran alimentos de consumo habitual como el ajo, la cebolla, el trigo, las legumbres, las frutas con semilla, los aguacates y las cerezas. Además, es frecuente que estas personas padezcan además intolerancia a la lactosa y a la fructosa.

Todo esto obedece a un desarreglo de carácter genético que hace que el cuerpo produzca menos enzimas digestivas de las necesarias y, por tanto, que los nutrientes no puedan ser asimilados correctamente. Todos estos elementos no absorbidos se mueven lentamente por el intestino, se mezclan con el agua y con las bacterias y terminan fermentando en el colon, causando gases, hinchazón, dolor abdominal y diarreas.

No todos los alimentos afectan a todas las personas por igual. Detectar la causa de una intolerancia FODMAP implica realizar una serie de ajustes en la dieta hasta reconocer los alimentos que la provocan.

Para abordar con éxito esta intolerancia, el sujeto deberá someterse a la supervisión de un médico de digestivo y/o un dietista.

Sobrellevar cualquiera de estas intolerancias alimentarias implica efectuar cambios en nuestra dieta y en nuestro estilo de vida.

 

 

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