El confuso origen del Camino de Santiago

Llega un momento en la vida de cualquier persona en lo que nada nos motiva o nos despierta. Es decir, haga lo que haga (ver la televisión, ir al cine, cenar con los amigos, quedarme en casa con mi marido jugando a un juego de mesa…), nada me llena. Vivimos un estado de insatisfacción permanente del que no somos en absoluto conscientes… y del que, hasta que no nos atrevemos a hacer algo único y diferente, no nos percatamos de que nos absorbe la vida todos los días.

Vamos a sugerirte que te atrevas a realizar un cambio único y maravilloso que, una vez pruebes… no podrás hacer una sola vez.

Hoy, vamos a hablarte del conocido Camino de Santiago.

 

El Camino de Santiago y sus múltiples inicios

Todos habéis oído hablar alguna vez sobre el famoso Camino de Santiago… ese peregrinaje de kilómetros y kilómetros de bosques, ríos y parajes naturales preciosos. Pero pocos sois conscientes de cómo llegó a ser lo que es hoy día, de cómo pasó de ser un sendero que se usaba para comerciar o para viajar, a ser, hoy día, uno de las rutas más seleccionadas por los turistas rurales y espirituales del mundo.

Si bien es cierto que estos últimos años el número de peregrinos ha menguado más que nunca, eso no quita que, año tras año, miles de peregrinos terminen su camino en la enorme y maravillosa Catedral de Santiago de Compostela. Y es que, seas peregrino o no, este enorme monumento es algo que no te puedes perder, tienes que verlo, al menos, una vez en la vida. ¡Porque es impresionante!

Pero vamos al tema importante: actualmente, existen múltiples vertientes del Camino de Santiago. De hecho, este no tiene por qué empezar en España… porque lo cierto es que muchos de ellos empiezan en distintos países europeos (Alemania, Francia, Irlanda…) y, tras recorrer toda Europa, acaba, como todos, en Santiago de Compostela.

A pesar de esto, los caminos principales, más transitados y más conocidos por los peregrinos son cinco: el camino francés (que es, en la actualidad, el más concurrido y popular), el inglés, el portugués, el primitivo (otro de los más populares y, a la vez, de los más costosos, porque son rutas y senderos dificultosos entre bosques, ríos y montañas muy complicadas de transitar) y el del norte.

TODOS ellos tienen sus encantos y sus razones diferentes para realizar, y todos ellos son únicos, irrepetibles y dignos de recorrer, al menos, una vez en nuestra vida. Pero yo te voy a dar hoy razones por las que elegir uno de ellos (cualquiera) y atreverte a recorrer todas sus etapas, al menos, aunque sean una o dos semanas).

 

El confuso origen del Camino de Santiago

Una de las cosas que hago por hobbie es investigar. Cuando voy a ir a un sitio, investigo sobre su origen y sobre su historia… y, como mi viaje de bodas va a ser hacer el camino íntegro de la Vía de la Plata (1000km que empiezan en la catedral de Sevilla), no he podido evitar ponerme a investigar sobre él.

Pero, para entender esto, has de saber otra cosa: soy de Cádiz, Andalucía.

Y también he investigado mucho sobre ella. De hecho, has de saber que por ella han pasado los tartesios, los babilónicos, los romanos, los musulmanes, y un gran etcétera. ¿Por qué digo esto? Veréis, los tartesios tenían dos grandes dioses por encima de todos. Por un lado tenemos a “Astarté”, la diosa del amor, la belleza, la vida y de la fertilidad. Por otro, tenemos a Baal, dios padre del sol y de la creación.

Es importante saber, además, que cuando un imperio conquistaba a otro, robaba a sus “dioses” y los asimilaban a su propia religión, dándoles un nuevo nombre propio. ¿Por qué digo esto? Por la evolución que tuvieron estos dioses:

Ishtar (tartesios) > Athirat / Astarté / Innana (fenicios) > Afrodita (griegos)

Baal Hammon / Melkart (tartesios) > Baal Hammon / Melkart (fenicios) > Zeus (griegos)

Y podríamos seguir así pasando por todos los dioses, pero lo que quiero que sepáis es que Cádiz ha sido la cuna de los fenicios y de los tartesios, y que hay restos arqueológicos por toda la península. Existen grandes templos en toda España dedicados a los antiguos Melkart e Ishtar… pero no adelantemos acontecimientos.

 

Camino de Santiago (historia aceptada por todos):

¿Quién fue el primer peregrino de la historia? Porque, si hay un camino, alguien tuvo que caminarlo por primera vez. Y, si se ha hecho tan famoso a lo largo de los años, ha tenido que ser alguien muy importante que haya marcado un hito en la historia de nuestro país o de nuestra religión (o en ambos).

Vamos a ella. Antes que nada, has de saber que el Camino de Santiago es una ruta para interiorizar y que, además, es muy espiritualidad. No es de extrañar, por lo tanto, que tenga su origen en la época de Jesucristo, hijo de Dios en la religión cristiana.

 

Todo ocurrió, por supuesto, con los apóstoles. Eran 12, ¿recuerdas? Y uno de ellos se llamaba, efectivamente, Santiago, quien nació en Galilea de Zebedeo y Salomé. Curiosidad: se le conocía como “hijo del trueno” por su fuerte carácter. Quedaos con eso, ya veréis por qué más tarde. Fue, además, uno de los seguidores más cercanos a Jesucristo cuando este iba repartiendo el evangelio a quien quisiera escucharle.

Cuando Jesús fue crucificado, los apóstoles dedicaron buena parte de su vida a peregrinar por todas partes para extender la palabra de su maestro por todas partes, tal y como él había hecho en vida. Pero no se detuvieron en Israel… llegaron, incluso, a Hispania… lo que hoy es España.

No se sabe mucho sobre su peregrinación, pero dicen que llegó hasta Gallaecia (actual Galicia), y que, tras mucho, mucho trabajo, regresó a Palestina sobre el 44 d.C., donde el rey Herodes Agripa I ordenaría su ejecución… convirtiéndose, así, en el primer apóstol en morir por su fe.

¿Qué ocurrió? Pues que sus discípulos (Teodoro y Atanasio), en contra de los deseos del rey (que ordenó darle sepultura) cogieron sus restos y huyeron en una barca de piedra. Estos viajaron sin rumbo hasta llegar a la costa de la Gallaecia y remontaron por el río Ulla, en una tradición jacobea que se conoce como Translatio, la cual se celebra, sin excepción, cada 31 de diciembre.

Ahora ya sabes qué dice la tradición cristiana sobre el origen del Camino de Santiago: fue el camino (o caminos) que tomó el apóstol para predicar su fe. Pero no solo es eso, aún hay más enterrado.

La reina Lupa, quien gobernaba Iria Flavia en aquel entonces, sometió a Teodoro y a Atanasio a duras pruebas antes de darles permiso para darle sepultura al Apóstol Santiago. Entre esas pruebas, cabe destacar una donde la reina les dejó bueyes para transportar al apóstol… bueyes salvajes. Aun así, esos hombres consiguieron que estos se hicieran dóciles y trasladaron el cuerpo de su maestro. Dicen, además, que fueron los bueyes quienes eligieron el lugar de sepultura: una zona cercana a la fuente en la que se pararon a beber y que hoy en día se conserva en la Rúa do Franco de Santiago, a apenas 100 metros de la Catedral y de la Plaza del Obradoiro.

Es interesante saber que la peregrinación del camino termina en la Catedral porque es allí donde reposan ahora los restos del apóstol Santiago.

 

Otra versión del Camino de Santiago… ni aceptada ni conocida, pero que existe:

¿Recordáis a Melkart? Os hablé antes de él… era el dios de la creación, del sol y del trueno de los tartesios. Pues es hora de volver a él.

Según un descubrimiento de Rodrigo González Castro, “el primer Camino de Santiago ni rezaba al apóstol ni terminaba en Santiago”. De hecho, según las pruebas obtenidas investigando a antiguas civilizaciones, restos arqueológicas, etimología de pueblos… es altamente probable que el Camino de Santiago fuese, en realidad, una ruta de adoración al dios Melkart. Este hombre sostiene que la existencia de los templos es antiquísima.

 

La idea es sencilla: La ruta de Melkart sería la ruta que los antiguos fenicios o tartesios seguirían en su vida para ver morir el sol (os recuerdo que Melkart es el dios del sol).

 

Su hipótesis sigue los restos arqueológicos encontrados en línea recta (que siguen, además, las mismas (o casi las mismas) que las del Camino de Santiago, así como la etimología de los pueblos por las que pasa dicha línea imaginaria.

Veámoslo: Rodrigo es de Melgar de Fernamental (¿te suena ese Mel-? Exacto: Melkart). A raíz de eso, empezó a buscar pueblos que compartiesen la misma razíz, ¡y vaya si los encontró!

  • Melgar de Tera, Melgar de Arriba, Melgar de Abajo, Melgar de Fernamental, Melgosa de Villadiego, Melgosa de Burgos e incluso una localidad portuguesa llamada Melgaço. El rastro sigue por Marruecos en Melga el Oudiane y justo encima, situada con una precisión milimétrica, se encuentra Málaga (que, por si no lo sabes, proviene de Malaka, o sea… Melkart). Y, camino al norte, descubrió una serie de pueblos desaparecidos: Melgar de la Frontera, Melgar de Foracassas y tres Melgar a secas, uno en Jaén y dos en Navarra.

Yo misma he estudiado este hecho y resulta que es extraordinariamente cierto: la Vía de la Plata (una de las Rutas de Melkart) posee, en sí misma, muchos pueblos “Mel” y templos a Baal (Melkart).

 

Te animamos a descubrir por ti mismo la verdad

Indistintamente de cuál de las dos sea cierta, la realidad es que el Camino de Santiago es una experiencia única en la vida y que merece ser recorrido de punta a punta.

Desde Pazo Cibrán nos recuerda, además, que es importantísimo buscar alojamiento para tu llegada a Santiago en la última etapa del camino, porque vas a llegar extenuado y vas a necesitar descansar en condiciones.

¿Y tú, qué opinas? ¿Santiago…o Melkart?

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